Durante la Segunda Guerra Mundial, los alemanes imprimaban en fábrica a sus vehículos de un color rojo para protegerlos del óxido o de cualquier otro deterioro Después de esta capa de imprimación se les aplicaba otra capa, esta ya si, de camuflaje. Esto hacia que bajo la capa de camuflaje aparecieran, cuando se producían ralladuras o desconchones, el color rojo característico del imprimador.
Hacia el final del conflicto, la falta de materiales y de tiempo hacía que algunos tanques salieran al campo de batalla solo con la capa de imprimación
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