Pedro I el Grande, zar de Rusia, inició un programa de modernización del ejército ruso en el siglo XVIII, que incluyó mejoras significativas en la artillería. Durante su reinado, se construyeron fábricas de cañones en toda Rusia y se contrataron artesanos y técnicos de Europa occidental para trabajar en ellas. Las armas de fuego rusas se hicieron más precisas y potentes, se desarrollaron nuevos tipos de cañones, como el “obús de mortero” y el “cañón de seis libras”. Con estas mejoras, el ejército ruso se convirtió en una fuerza formidable en Europa y Asia, y ayudó a Pedro I a expandir su imperio a través de la guerra.
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