La Segunda Guerra Mundial vio el nacimiento y la proliferación de la artillería autopropulsada por parte de muchos de los países contendientes, esto era debido a la necesidad de dar cobertura a la unidades acorazadas. Durante el conflicto los franceses usaron algunos de estos vehículos de fabricación estadounidense, como el M7 Priest o el M12. Cuando acabó la guerra y Francia tuvo la oportunidad de reforzar a sus fuerzas armadas con material propio, continuó con la idea de producir vehículos de artillería autopropulsada, uno de estos primeros modelos fue el AMX Mk.61.
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